VIÑETAS IMARPINAS
Fines de
diciembre del 2013 en el Imarpe. Algarabía y festejo flotan en el ambiente del
edificio de La Punta. Villancicos,
oropeles, panetón, champán y regalitos de ocasión alumbran las oficinas de los
pundonorosos científicos imarpinos.
Alias Almirante pasea
mayestático por los pasillos de la Institución.
Circunspecto, el Pelao de estirpe surandina, no soporta a los chupes que
tiene a su costado: Andrés Che, Marco Espinoso,
el sempiterno Zuzu, Renato Violín y otros más, los de siempre, los grisáceos,
los que siempre pasan piola y se arrodillan con presteza ante cualquier marino.
De pronto, de
uno de los lujosos cubiles perfumados que funge de Oficina de la Dirección de
Pelágicos en el Cuarto Piso, surge un sujeto de rostro aguardientoso, barba de
maricón y mirada torva:
- ¡Almirante!
¡Estoy emocionado, Almirante! En mis
cuarenta años en Imarpe, nunca, pero ¡nunca!, un Presidente de Directorio ha
tenido una actitud como la suya, querido Almirante. -Marcelino Seguro (de que
es un arrastrado), Director de lo que sea, se prosterna ante el Pelao de
apellido compuesto por la fuerza.
- Ya, ya, hijo.
¡Levántate! -el Pelao hace un gesto de incomodidad con el hocico, extiende una
mano y lo coge del saco para levantar del suelo al aprista Marcelino Seguro,
quien permanece hincado como los musulmanes cuando adoran a Mahoma.
Alias Almirante
ya ha recorrido varios pisos inspeccionando los Nacimientos Navideños y no
puede aguantar su asco por el mal gusto de los imarpinos y las imarpinas, sobre
todo las imarpinas. La huachafería más
rampante tiñe el ambiente navideño en las oficinas del deslucido edificio
punteño del Imarpe. Guirnaldas de todos
los colores, pacharacas luces de fiesta psicodélica, estribillos chillones,
olor a chocolate rancio, panetón con bromato, champán chinchano y los
consecuentes pedos y eructos de la concurrencia, feliz como una lombriz ante el
Nacimiento del Salvador del Mundo.
- ¡Ay, Almirante!, ¡pero qué linda corbata!
-exclama de pronto, la Ph D Carlita Casivirgen, con una sonrisa vertical en su
rostro tarrajeado con polvos para disimular sus cincuenta años de invicta en el
amor en el Imarpe.
- Verdad, ¿no?
Si es lindísima… Carlita tiene toda la razón, Almirante, ¡qué buen gusto! Se ve
que su esposa lo adora... completa Melchorita Vieja, la que pudo ser y no fue
Directora de Acuicul-cutra. Melchorita espera el momento más adecuado para
asestar el golpe de gracia a su archi-enemiga, la Casivirgen. La sabe inepta, tirana, cutrera, malvada,
pedorra y desconfiada, pero por ahora debe sonreírle. Y lo hace.
- ¿Claiborne o
Gucci? ¿Tu qué dices Raulito? - interroga con los ojos de huevo duro más
abiertos que cuando ve a las secretarias patonas, Andrés Che, el técnico que
evisceraba las cachemas y que funge, por el momento, de Director Ejecutivo
Científico del Imarpe.
-A mí qué me
importa, cabrón, conchetumare…- murmura en voz baja, la pobre marmota marginada
en que se ha convertido el hijo negado de Augusto Ferrando, imarpino de corazón
y soltero maduro, Raulito Castiglione.
-¿Cómo dices?
¿Qué has dicho, Raulito? ¡Habla en voz alta, pe...! -exclama Renato Violín, el ex
comunista que vivía en los llonjas de Llosurqui y que se trasladó a Miraflores
al poco tiempo de hacerla de Director Científico del Imarpe durante el reinado
de Rosita Cañazo y del Almirante del Frontón, Luigi Giampietri.
-¡Cállate,
mierda! -exclama Raulito, rojo de cólera. No debió haber cedido a su
temperamento, pero no puede con su genio. Marginado por Marco Espinoso, el
lustrabotas de alias Almirante, espera agazapado su hora. Marco Espinoso, ha
escuchado la interjección y codea a alias Almirante para que tome cartas en el
asunto. Marco es el brazo derecho de
Almirante, es su consejero, su secretario y su paño de lágrimas.
-Y bien,
Almirante, ¿quién es el ganador del concurso de Nacimientos? -pregunta coqueta Gisella
Huanacauri, una indiota colorada de rostro recompuesto por la destreza de las
manos mágicas del Dr. Cachay, el cirujano plástico de la Av. Perú, experto en
narices imarpinas. Carlita Casivirgen la mira con el odio reconcentrado que
solamente dos mujeres maduras pueden tenerse: la Huanacauri no tiene títulos de
nobleza, apenas balbucea el castellano, pero ha tenido hombres, ha vivido la
vida y es feliz con sus dos hijos de diferente marido. En cambio, Carlita
Casivirgen puede presumir de maestrías, doctorados y post-doctorados, pero
nunca fue amada realmente, su vida fue una sucesión de engaños, decepciones,
malquerencias. Ángel Intipalca, experto en calamares, pota y hueveras de todos
los pescados, el único marinovio que la hizo ver estrellas hacía más de veinte
años, la traicionó con Gisella Huanacauri y aquella ofensa nunca fue
lavada. Desde ese entonces, la
Casivirgen se recluyó en la ciencia y su
método y odió a cualquier ser vivo al que le colgase algo en la
entrepierna. A pesar del colosal dinero invertido en la Clínica Concebir para
hacerse implantar un embrión humano, nunca pudo lograrlo y sus gritos y
bochornos post-menopáusicos se hacían cada vez más destemplados, sobre todo
desde que asumió el cargo de Directora de Acuicul-cutra, luego de deshacerse de
diez colegas que no le hicieron caso ni porque se compró una 4x4 y presumió de
su maestría en Pelotillehue.
-No lo sé, hija.
Tengo que deliberar con mi séqui... perdón, mis asesores... -en ese momento
aparecen el Miguel Cheli, José Culoma Diez Perroseco y una de pelo pintado que
se dice periodista y trabaja en Prensa, una margaritoide apellidada Bobalicona. Cheli y Culoma le susurran algo al oído a
alias Almirante y su rostro se ilumina.
La pulguita espía enviada por nuestro Comando de Investigación puede
escuchar el susurro indiscreto de Cheli a alias Almirante: D.S. 005 fue anulado
por ilegal, no tiene base científica, Elenita Conterno feliz tal y como lo dijo
el Espinoso, el Tribunal Constitucional por fin reaccionó, ya cae la Triveño,
ya cae la Triveño, ¡faenón, muchachos!
-¡Chicos!
¡Chicos!, yo creo que gana el de Acuicultura, si es lindíiiiisimo... ¿han
visto? Si el Niño se parece al Almirante, no tiene pelo... -grita eufórica
Yolita Enredadora, provocando las risas tímidas de los circunstantes. Yolita
Enredadora es la secretaria más vieja del Imarpe, conocedora de todos los
entripados de tan ilustre institución científica. Mientras salmodia
entredientes, métete con una chola, métete con una negra, métete con una
gringa, métete con una gorda, con una flaca, con una loca, pero nunca, nunca te
metas con una enaaaanaaaa...toma fotos con su celular a los científicos mañosos
que aprovechando el alboroto se arriman a las nalgas de Maricrís Filibustera,
la más ondulante secretaria del Imarpe.
Estas fotos luego las enviará a los correos de las esposas de los
frotidistas para chantajearlos.
-Carlita, hija,
no te veo, ¿dónde estás? -pregunta alias Almirante, mientras inspecciona por
todo lado, buscando a la flamante Carlita Casivirgen, directora de Acuicul-cutra.
-Aquí estoy,
jefe, ¡aquí estoy! -exclama una vocecilla más propia de una súcubo que de
hembra humana. La Casivirgen salta en
una pata, intenta elevarse por entre la masa compacta de carne, miasmas y grasa
que constituyen el cuerpo directivo del Imarpe y que rodea a alias Almirante. Desde su 1.40m, la Casivirgen hace esfuerzos
sobrehumanos por hacerse notar, pero sólo se escucha su voz, más parecida a un
maullido de gato torturado que a una voz surgida de garganta humana.
-Ciertamente,
Yolita, tienes razón, el de Acuicultura es el mejor Nacimiento, tiene de todo,
además es la Dirección que mejor ha caracterizado el espíritu navideño:
hermandad, alegría, generosidad, solidaridad, en fin... ¿qué más podemos pedir
en estas fiestas? -arenga alias
Almirante, mientras se frota la calva y pide tiempo de todas formas, para
deliberar con sus compinch..., perdón, asesores, Cheli, Culoma, Marco Espinoso
y el inmortal gordo Zuzu.
Es 23 de
diciembre, es el mediodía del 23 de diciembre y los imarpinos, gregarios como
cualquier empleado público, están deseosos de lanzarse en manada hacia los
bares, telos, restaurantes, pero sobre todo al Templo, para olvidarse de la
monotonía de sus tristes vidas.
-¡Y éste huevón
con sus concursitos cagones!- murmura Maelo a Richichí, quien descuenta los minutos
que le faltan para la cita clandestina de los fines de semana con Ojitos de
Aceituna.
-Señores, me
esperan unos minutos, por favor... ordena alias Almirante y se retira a sus
aposentos.
Pasa una hora,
dos horas, tres horas y los imarpinos aburridos no se resignan a su suerte.
Permanecen sentados en sus puestos, como buenos soldados… de la Ciencia, la
Gaya Ciencia.
Uno por uno van
desertando: primero los borrachos, luego los ventrales y finalmente los
putañeros. Sólo Víctor Yep, el hombre que nunca descansa (de su cara) permanece
en su puesto de burócrata combativo y enfurruñado. No se resigna a no haber sido nombrado por lo
menos Director de línea. Según propagó él mismo a cuanto incauto se acercó a su
despacho, antes de la asunción de Churrupaco Humala, el impresionante
currículum vítae que exhibía era más digno de un ministro que de un pardo funcionario
del Imarpe. Yep es otro más que espera agazapado su hora. Sabe que debe hibernar y lo hace. Ya lo hizo
antes y lo vuelve a hacer ahora. Es la
estrategia de los burócratas indestructibles para perpetuarse, mientras
tararean Sobreviviré, de Gloria Gaynor.
Uno a uno se dan
el abrazo navideño y se desean lo mejor, como todos los años. Uno a uno, como todos los años, maldecirán su
suerte, pero seguirán ocultando la cabeza como avestruces.
Cuando toca el
turno a Carlita Casivirgen, lo que vemos
nos deja estupefactos:
-Feliz Navidad,
Yolita querida, ¡para tí lo mejor!- dice Carlita, estrechando a su tallarín
Yolanda Enredadora.
-Para tí
también, chatita querida, para tí también, de lo que me desees, ¡que Dios te de
el doble!- responde Yolita, la secretaria más vieja del Imarpe. Pero en el momento en que chocan los abrazos,
Carlita Casivirgen hunde un oxidado cuchillo de cocina una y otra vez en la
espalda de Yolita, hasta que ésta se desploma en medio de alaridos de dolor y
espanto. Su sangre rojo bermellón,
parecida a la de las gallinas viejas y negras que usan los brujos norteños para
sus buenos oficios, se esparce lentamente por el piso encerado y resbaloso.
-Esto es por
soltar información de la Dirección de Acuicultura a los amigos del Burro,
¡maldita! -exclama fuera de sí Carlita, mientras su hermana Lili Sterilizada de
Hoddio, sonríe escondida, al amparo de Cristian Caco, su marido y socio de los
Cuarenta Ladrones.
A lo lejos el
retintín de un villancico se escucha cansino y monótono, festejando el
Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Es Navidad en Imarpe nuevamente.
Continuará… LA GRAN RIFA: CASSP
(CAS SIN PANETÓN)
