jueves, 20 de febrero de 2014

CONCURSO DE NAVIDAD


VIÑETAS IMARPINAS

Fines de diciembre del 2013 en el Imarpe. Algarabía y festejo flotan en el ambiente del edificio de La Punta.  Villancicos, oropeles, panetón, champán y regalitos de ocasión alumbran las oficinas de los pundonorosos científicos imarpinos.
Alias Almirante pasea mayestático por los pasillos de la Institución.  Circunspecto, el Pelao de estirpe surandina, no soporta a los chupes que tiene a su costado:  Andrés Che, Marco Espinoso, el sempiterno Zuzu, Renato Violín y otros más, los de siempre, los grisáceos, los que siempre pasan piola y se arrodillan con presteza ante cualquier marino.
De pronto, de uno de los lujosos cubiles perfumados que funge de Oficina de la Dirección de Pelágicos en el Cuarto Piso, surge un sujeto de rostro aguardientoso, barba de maricón y mirada torva:
- ¡Almirante! ¡Estoy emocionado, Almirante!  En mis cuarenta años en Imarpe, nunca, pero ¡nunca!, un Presidente de Directorio ha tenido una actitud como la suya, querido Almirante. -Marcelino Seguro (de que es un arrastrado), Director de lo que sea, se prosterna ante el Pelao de apellido compuesto por la fuerza.
- Ya, ya, hijo. ¡Levántate! -el Pelao hace un gesto de incomodidad con el hocico, extiende una mano y lo coge del saco para levantar del suelo al aprista Marcelino Seguro, quien permanece hincado como los musulmanes cuando adoran a Mahoma.
Alias Almirante ya ha recorrido varios pisos inspeccionando los Nacimientos Navideños y no puede aguantar su asco por el mal gusto de los imarpinos y las imarpinas, sobre todo las imarpinas.  La huachafería más rampante tiñe el ambiente navideño en las oficinas del deslucido edificio punteño del Imarpe.  Guirnaldas de todos los colores, pacharacas luces de fiesta psicodélica, estribillos chillones, olor a chocolate rancio, panetón con bromato, champán chinchano y los consecuentes pedos y eructos de la concurrencia, feliz como una lombriz ante el Nacimiento del Salvador del Mundo.
-  ¡Ay, Almirante!, ¡pero qué linda corbata! -exclama de pronto, la Ph D Carlita Casivirgen, con una sonrisa vertical en su rostro tarrajeado con polvos para disimular sus cincuenta años de invicta en el amor en el Imarpe. 
- Verdad, ¿no? Si es lindísima… Carlita tiene toda la razón, Almirante, ¡qué buen gusto! Se ve que su esposa lo adora... completa Melchorita Vieja, la que pudo ser y no fue Directora de Acuicul-cutra. Melchorita espera el momento más adecuado para asestar el golpe de gracia a su archi-enemiga, la Casivirgen.  La sabe inepta, tirana, cutrera, malvada, pedorra y desconfiada, pero por ahora debe sonreírle. Y lo hace.
- ¿Claiborne o Gucci? ¿Tu qué dices Raulito? - interroga con los ojos de huevo duro más abiertos que cuando ve a las secretarias patonas, Andrés Che, el técnico que evisceraba las cachemas y que funge, por el momento, de Director Ejecutivo Científico del Imarpe.
-A mí qué me importa, cabrón, conchetumare…- murmura en voz baja, la pobre marmota marginada en que se ha convertido el hijo negado de Augusto Ferrando, imarpino de corazón y soltero maduro, Raulito Castiglione.
-¿Cómo dices? ¿Qué has dicho, Raulito? ¡Habla en voz alta, pe...! -exclama Renato Violín, el ex comunista que vivía en los llonjas de Llosurqui y que se trasladó a Miraflores al poco tiempo de hacerla de Director Científico del Imarpe durante el reinado de Rosita Cañazo y del Almirante del Frontón, Luigi Giampietri.
-¡Cállate, mierda! -exclama Raulito, rojo de cólera. No debió haber cedido a su temperamento, pero no puede con su genio. Marginado por Marco Espinoso, el lustrabotas de alias Almirante, espera agazapado su hora. Marco Espinoso, ha escuchado la interjección y codea a alias Almirante para que tome cartas en el asunto.  Marco es el brazo derecho de Almirante, es su consejero, su secretario y su paño de lágrimas.
-Y bien, Almirante, ¿quién es el ganador del concurso de Nacimientos? -pregunta coqueta Gisella Huanacauri, una indiota colorada de rostro recompuesto por la destreza de las manos mágicas del Dr. Cachay, el cirujano plástico de la Av. Perú, experto en narices imarpinas. Carlita Casivirgen la mira con el odio reconcentrado que solamente dos mujeres maduras pueden tenerse: la Huanacauri no tiene títulos de nobleza, apenas balbucea el castellano, pero ha tenido hombres, ha vivido la vida y es feliz con sus dos hijos de diferente marido. En cambio, Carlita Casivirgen puede presumir de maestrías, doctorados y post-doctorados, pero nunca fue amada realmente, su vida fue una sucesión de engaños, decepciones, malquerencias. Ángel Intipalca, experto en calamares, pota y hueveras de todos los pescados, el único marinovio que la hizo ver estrellas hacía más de veinte años, la traicionó con Gisella Huanacauri y aquella ofensa nunca fue lavada.  Desde ese entonces, la Casivirgen se recluyó en la ciencia y su  método y odió a cualquier ser vivo al que le colgase algo en la entrepierna. A pesar del colosal dinero invertido en la Clínica Concebir para hacerse implantar un embrión humano, nunca pudo lograrlo y sus gritos y bochornos post-menopáusicos se hacían cada vez más destemplados, sobre todo desde que asumió el cargo de Directora de Acuicul-cutra, luego de deshacerse de diez colegas que no le hicieron caso ni porque se compró una 4x4 y presumió de su maestría en Pelotillehue.
-No lo sé, hija. Tengo que deliberar con mi séqui... perdón, mis asesores... -en ese momento aparecen el Miguel Cheli, José Culoma Diez Perroseco y una de pelo pintado que se dice periodista y trabaja en Prensa, una margaritoide apellidada Bobalicona.  Cheli y Culoma le susurran algo al oído a alias Almirante y su rostro se ilumina.  La pulguita espía enviada por nuestro Comando de Investigación puede escuchar el susurro indiscreto de Cheli a alias Almirante: D.S. 005 fue anulado por ilegal, no tiene base científica, Elenita Conterno feliz tal y como lo dijo el Espinoso, el Tribunal Constitucional por fin reaccionó, ya cae la Triveño, ya cae la Triveño, ¡faenón, muchachos!
-¡Chicos! ¡Chicos!, yo creo que gana el de Acuicultura, si es lindíiiiisimo... ¿han visto? Si el Niño se parece al Almirante, no tiene pelo... -grita eufórica Yolita Enredadora, provocando las risas tímidas de los circunstantes. Yolita Enredadora es la secretaria más vieja del Imarpe, conocedora de todos los entripados de tan ilustre institución científica. Mientras salmodia entredientes, métete con una chola, métete con una negra, métete con una gringa, métete con una gorda, con una flaca, con una loca, pero nunca, nunca te metas con una enaaaanaaaa...toma fotos con su celular a los científicos mañosos que aprovechando el alboroto se arriman a las nalgas de Maricrís Filibustera, la más ondulante secretaria del Imarpe.  Estas fotos luego las enviará a los correos de las esposas de los frotidistas para chantajearlos.
-Carlita, hija, no te veo, ¿dónde estás? -pregunta alias Almirante, mientras inspecciona por todo lado, buscando a la flamante Carlita Casivirgen, directora de Acuicul-cutra.
-Aquí estoy, jefe, ¡aquí estoy! -exclama una vocecilla más propia de una súcubo que de hembra humana.  La Casivirgen salta en una pata, intenta elevarse por entre la masa compacta de carne, miasmas y grasa que constituyen el cuerpo directivo del Imarpe y que rodea a alias Almirante.  Desde su 1.40m, la Casivirgen hace esfuerzos sobrehumanos por hacerse notar, pero sólo se escucha su voz, más parecida a un maullido de gato torturado que a una voz surgida de garganta humana.
-Ciertamente, Yolita, tienes razón, el de Acuicultura es el mejor Nacimiento, tiene de todo, además es la Dirección que mejor ha caracterizado el espíritu navideño: hermandad, alegría, generosidad, solidaridad, en fin... ¿qué más podemos pedir en estas fiestas?  -arenga alias Almirante, mientras se frota la calva y pide tiempo de todas formas, para deliberar con sus compinch..., perdón, asesores, Cheli, Culoma, Marco Espinoso y el inmortal gordo Zuzu.
Es 23 de diciembre, es el mediodía del 23 de diciembre y los imarpinos, gregarios como cualquier empleado público, están deseosos de lanzarse en manada hacia los bares, telos, restaurantes, pero sobre todo al Templo, para olvidarse de la monotonía de sus tristes vidas.
-¡Y éste huevón con sus concursitos cagones!- murmura Maelo a Richichí, quien descuenta los minutos que le faltan para la cita clandestina de los fines de semana con Ojitos de Aceituna.
-Señores, me esperan unos minutos, por favor... ordena alias Almirante y se retira a sus aposentos.
Pasa una hora, dos horas, tres horas y los imarpinos aburridos no se resignan a su suerte. Permanecen sentados en sus puestos, como buenos soldados… de la Ciencia, la Gaya Ciencia. 
Uno por uno van desertando: primero los borrachos, luego los ventrales y finalmente los putañeros. Sólo Víctor Yep, el hombre que nunca descansa (de su cara) permanece en su puesto de burócrata combativo y enfurruñado.  No se resigna a no haber sido nombrado por lo menos Director de línea. Según propagó él mismo a cuanto incauto se acercó a su despacho, antes de la asunción de Churrupaco Humala, el impresionante currículum vítae que exhibía era más digno de un ministro que de un pardo funcionario del Imarpe. Yep es otro más que espera agazapado su hora.  Sabe que debe hibernar y lo hace. Ya lo hizo antes y lo vuelve a hacer ahora.  Es la estrategia de los burócratas indestructibles para perpetuarse, mientras tararean Sobreviviré, de Gloria Gaynor.
Uno a uno se dan el abrazo navideño y se desean lo mejor, como todos los años.  Uno a uno, como todos los años, maldecirán su suerte, pero seguirán ocultando la cabeza como avestruces.
Cuando toca el turno a Carlita Casivirgen, lo que vemos  nos deja estupefactos:
-Feliz Navidad, Yolita querida, ¡para tí lo mejor!- dice Carlita, estrechando a su tallarín Yolanda Enredadora.
-Para tí también, chatita querida, para tí también, de lo que me desees, ¡que Dios te de el doble!- responde Yolita, la secretaria más vieja del Imarpe.  Pero en el momento en que chocan los abrazos, Carlita Casivirgen hunde un oxidado cuchillo de cocina una y otra vez en la espalda de Yolita, hasta que ésta se desploma en medio de alaridos de dolor y espanto.  Su sangre rojo bermellón, parecida a la de las gallinas viejas y negras que usan los brujos norteños para sus buenos oficios, se esparce lentamente por el piso encerado y resbaloso.
-Esto es por soltar información de la Dirección de Acuicultura a los amigos del Burro, ¡maldita! -exclama fuera de sí Carlita, mientras su hermana Lili Sterilizada de Hoddio, sonríe escondida, al amparo de Cristian Caco, su marido y socio de los Cuarenta Ladrones. 
A lo lejos el retintín de un villancico se escucha cansino y monótono, festejando el Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Es Navidad en Imarpe nuevamente.

Continuará… LA GRAN RIFA: CASSP (CAS SIN PANETÓN)

martes, 4 de febrero de 2014

¿BRESCIA O ANGELINI? AMBOS FELICES CON LA HAYA


Hace unos días en la Hora N, Jaime de Althaus entrevistó al procesado ex Jefe del ITP y asesor de la SNP, Luis Icochea Salas y a un ex Presidente de la SNP, un tal Sotomayor.  Con absoluta caradura Icochea berreó entre otras cosas, por la derogación del D.S. 005, el cual impide que los industriales harineros “peruanos”  depreden dentro de las 5 millas en el sur del país.  La SNP pretende así desempolvar el tema de las ventanas de su penetración y su trillada y disparatada hipótesis de que la anchoveta que no se pesca en el Perú será pescada por Chile, y que por tanto, las políticas regulatorias peruanas que Triveño se empeña en mantener y que actualmente impiden el ingreso de las naves industriales dentro de las 5 millas, deben ser más flexibles o simplemente eliminadas, para que la pesca sea desde las 0 millas, como lo hacen los chilenos. 

Este aprovechamiento descarado del fallo de la Corte de La Haya por parte de los operadores e incendiarios pagados por la Sociedad Nacional de Pesquería se hace con el fin de despertar chauvinismos decimonónicos en un pueblo que desconoce su mar y sus riquezas.

Es cierto que a los pescadores artesanales del sur (especialmente Tacna) el fallo les resulta ingrato, pero desde la óptica nacional, resulta importante haber integrado 50,000 km2 más a nuestro espacio de pesca, pues en el área ganada se puede encontrar jurel, caballa, perico, tiburón y pota, lo que podría ser de enorme beneficio para la flota de pesca de altura. La primera pregunta que cae de madura es, ¿tenemos una flota  peruana de pesca de altura?

La siguiente gran pregunta es, ¿para quién será toda esa riqueza? ¿al peruano de a pie, le beneficia en algo?  Que esa gran riqueza marina se la lleven los Angelini “chilenos” o los Brescia “peruanos” más que despertar chauvinismos acojudantes debería ser motivo de reflexión y gestación de masa crítica en un pueblo que vive de espaldas a la mar y que come cada vez menos pescado. 
Esa  es la reflexión del artículo de Pedro Francke J., publicada en el semanario HILDEBRANDT EN SUS TRECE.